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Ultimátum a los cristianos: "Convertíos o marchaos"

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Borepanga. La familia de Solomon Digal fue convocada por sus vecinos a la plaza pública, frente al salón de té del pueblo. Se les ordenó que se pusieran de rodillas y se inclinaran ante el retrato de un predicador hindú. Se les dijo que entregaran sus biblias, sus libros de cantos y las dos imágenes de calendario de Cristo, de brillantes colores, que tenían colgadas en la pared. Después, Digal, de 45 años, cristiano desde la adolescencia, fue obligado a observar cómo sus vecinos hindúes echaban al fuego todos estos objetos. “Conviértete al hinduismo y tu casa no será demolida”, recuerda Digal que le dijeron ese miércoles de septiembre, por la tarde. “De otro modo, serás asesinado o expulsado del pueblo”.

India, la democracia más populosa del mundo, que oficialmente es un país secular, está hoy sacudida por una grave ofensiva contra una de las libertades fundamentales. Aquí, en el estado de Orissa, al este del país, agitado desde hace seis semanas por los enfrentamientos religiosos, las familias cristianas como los Digal dicen que están siendo obligadas a abandonar su fe a cambio de su seguridad.

130 iglesias destruidas

India: Campana en una iglesia rural
India:
Campana en una
iglesia rural

Las conversiones forzosas llegan entre ataques cada vez más amplios sobre los cristianos aquí y por lo menos en otros cinco estados en todo el país, mientras la India se prepara para las elecciones nacionales de la próxima primavera.

El enfrentamiento entre las distintas creencias ha sembrado el pánico y la destrucción en estas aldeas, antes tranquilas, cubiertas de campos de arroz y árboles frutales. Aquí, en Kandhamal, el distrito que ha sido testigo de la mayor violencia, más de 30 personas han sido asesinadas, 3.000 hogares incendiados y más de 130 iglesias destruidas, entre ellas el salón de oración baptista donde los Digal asistían a los oficios religiosos. Hoy es un montón de escombros en un campo devastado, donde las vacas pastan a su antojo.

En este escenario de destrucción están esparcidos los restos carbonizados de hogares de barro y paja. Los negocios de propietarios cristianos han sido sistemáticamente atacados. Banderas de color naranja (el naranja es el color sagrado del hinduismo) ondean triunfalmente sobre los tejados y las fachadas de las casas.

En India no es extraña la violencia religiosa entre cristianos, que suponen en torno al 2% de la población, y la mayoría hindú de este país de 1.1000 millones de habitantes. Pero el brote desencadenado en agosto tras el asesinato del líder hindú Laxmanananda ha sido el más grave en años.

Dos noches después de la muerte de Laxmanananda, una turba hindú del pueblo de Nuagaon apresó a un sacerdote católico y a una monja, les despojó de casi toda su ropa y les hizo desfilar por las calles.

La monja dijo a la Policía que había sido violada por cuatro hombres, una acusación que la Policía dice que fue confirmada por el reconocimiento médico. Pero nadie fue arrestado por este caso hasta cinco semanas más tarde, después de una intensa cobertura mediática. Hoy día, cinco hombres están arrestados por incitar a los disturbios. La Policía dice que están intentando encontrar a la monja y traerla para que identifique a los que la atacaron.

Libres en teoría

Subash Chauhan, el líder de más alto rango de Bajrang Dal, un grupo radical hindú, en este estado, cuando se le dio la oportunidad de explicar las recientes explosiones de violencia, las describió como una “reacción espontánea”. Afirmó en una entrevista que la monja no había sido violada, sino que había mantenido relaciones consentidas.

Preguntado sobre si se permitiría a los cristianos de Orissa que fueran libres de adorar al dios que ellos eligieran, Chauhan respondió: “¿Por qué no?”. Pero advirtió que no era realista esperar que los kandhas permitieran cortésmente que sus enemigos, los Pana, vivieran entre ellos como seguidores de Jesucristo. “¿Quién soy yo para asegurar eso? ¿Los que han explotado a los kandhas dicen que quieren vivir entre ellos?”, añade bruscamente. Además, dice, “Son hindúes de nacimiento”.

Cabezas rapadas

Es imposible saber cuántos cristianos se han reconvertido al hinduismo tras la última oleada de violencia. A pocos pasos de donde fue atacada la monja en Nuangaon, cinco hombres, con la cabeza recién afeitada, salen de una tienda de campaña en un campo de refugiados para cristianos que huyen de sus casas.

Estos hombres también fueron convocados a una reunión del pueblo a finales de agosto, donde cientos de sus vecinos se encontraban en pie portando machetes y emitieron una orden tajante: afeitaos la cabeza e inclinadla ante nuestros dioses o abandonad este lugar.

Temblando de terror, Daud Kayak, de 56 años, se sometió al afeitado, un signo hindú de sacrificio. Bebió, según se le indicó, un vaso de estiércol de vaca diluido, un brebaje considerado purificante.

A los ojos de sus vecinos se convirtió en un hindú. En su corazón no pudo soportarlo. Los cinco hombres relatan que huyeron al día siguiente con sus familias. Se niegan a volver.

Los maoístas prendieron la mecha

El conflicto étnico-religioso más grave de los últimos años se desencadenó a causa del asesinato, el 23 de agosto, de un carismático predicador hindú, conocido como el Swami Laxmanananda Saraswati, que durante 40 años había animado a la gente de la zona a abrazar el hinduismo frente al cristianismo. La Policía atribuyó el asesinato a las guerrillas maoístas de Orissa, que lo reivindicaron en TV el 5 de octubre.

Pero los radicales hindúes siguen culpando a los cristianos. En las últimas semanas han empapelado estos pueblos con truculentos carteles del cadáver acuchillado de Laxmanananda. En los pósters se pregunta “¿Quién le ha asesinado? ¿Cuál es a solución?”

El conflicto entre Panas y Kandhas, una compleja mezcla de motivaciones raciales, económicas y religiosas

Detrás de estos enfrentamientos hay tensiones que vienen de antiguo entre grupos igualmente empobrecidos: los Panas y los Kandhas. Los dos grupos de habitantes originarios de la zona, adoraron durante años a los mismos dioses. A lo largo de las últimas décadas, los Panas se hicieron en su mayor parte cristianos, cuando llegaron misioneros baptistas y católicos hace más de 60 años, seguidos más recientemente de los pentecostales, que han hecho proselitismo agresivamente.

Mientras tanto, los Kandhas, en parte gracias a las enseñanzas del Swami Laxmanananda, abrazaron el hinduismo. Los hombres se ciñeron al sagrado lienzo blanco hindú alrededor del torso; sus mujeres se embadurnaron la frente con brillante bermellón rojo y surgieron templos por todas partes.

El odio también ha sido alimentado por las tensiones económicas, ya que el Gobierno ha asignado distintas categorías a cada grupo y les ha otorgado privilegios diferentes. Los Kandhas han acusado a los Panas de hacer trampas para obtener preciadas cuotas de puestos de trabajo estatales. Los Panas cristianos, a cambio, dicen que sus vecinos están resentidos porque ellos han estudiado y han prosperado. Estos agravios han provocado enfrentamientos esporádicos a lo largo de los últimos 15 años, pero estos estallidos han cobrado más virulencia desde el asesinato del Swami Laxmanananda.

Noticia relacionada: La India: cristianos obligados a convertirse y a atacar las iglesias.

Fuente: NYT/La Gaceta de los Negocios
(Publicado en La Gaceta de los Negocios, Madrid 15 de octubre de 2008)